IL CASTELLO SANGRIENTI

El libro del Conde de Sisebuto ilustrado por Mingote  tiene un prólogo de Alfonso Ussia en el que hablaba de este otro ripio que he encontrado hoy en este enlace casi por casualidad y que copio y pego aquí para que no se pierda.

Hay que leerlo en voz alta, que es como tiene toda su gracia:

IL CASTELLO SANGRIENTI
(Trachedia desarrollata
en el ruinoso castello
del barón de Chentes Mata.
Si no é cherta y veritata
que me arranquen un capelo).
Tras morisca ventaneta,
con el semblante contenti,
la primorosa Giulieta
intona una canzoneta
que porta en alis el vienti.
Es su voche melodiosa
cual la campana de Huesca;
é chentile, candorosa
e más fresca que una rosa.
Quichá demasiado fresca.
Digo fresca y é verdate
perque lichera de ropa
e a la finestra asomate
está pelando patate
con un sable de la tropa.
A bordo di una barqueta
llega un mancebo eleganti,
vestidato di etiqueta,
con gorra de sportman, guanti,
e gabani con faldeta.
Fumando brevas a pasti
fraguan algún plan siniestri,
perque a la paloma casti
le hace con el ojo diestri
la señal del as de basti.
La joven enamorata
le arroja una escalinata
fabricata con cordeli,
e per ella le donceli
como un felino escalata.
Il padre, que era un Nerone,
observó la operachione
desde un huerto exuberanti
donde tiene plantazione
de pimentoni picanti.
Aparte del pimentone,
cultivaba le melone,
le fabi, la remolache,
le chufi, le macarrone
e le turrón de guirlache.
Pronto le gran caballeri
de su honore si ricorda
e trepando per la corda
sube a le piso primeri
portando una estaca gorda.
Le burlato personache
da uno grito de corache
al ver que sua filla vile
está, con furia salvache,
abrazando a un zascandile.
Altamente incomodati
le apunta sin pietati
con una vieja escopeti,
per profanare il respeti
di un lugare tan sacrati.
Suona una detonachione
e una descarga chertera
atraviesa le pulmoni
del pendón e la pendoni.
¡Fué una morte de primera!
Furiosi, desesperati,
e con el chuichio incompleti,
tritura les esqueleti:
hace uno con tomati
e il otro a la vinagreti.
Abre luego le balcone
e se lanza en direchione
vertical sobre un peñasco,
quedando il pobre barone
como un centollo sin casco.
Tutis lis astris del chelo
se tiñeron di escarlata.
Desde entonces, no es camelo,
no se abrió más il castelo
del barón de Chentes Mata.

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