Sermón mañanero del Sábado
Aparatos devorados por el teléfono móvil:
El Despertador
El Reloj de pulsera
El PDA
El GPS
El MP3
La cámara de fotos compacta
Las consolas de juegos portátiles
Cosas que sustituye parcialmente (hace parte de sus funciones)
El ordenador portátil
El libro
Y en breve tiempo...
Las llaves
Las tarjetas de crédito
Se dice pronto. A qué viene esto? a que los fabricantes están empezando a incluir un chip de radiofrecuencia de campo cercano (o algo así, yo que sé, en inglés es: Near-Field Communications Chip) que servirá para pagar con el móvil.
Google añadirá la especificación a Android en la siguiente revisión del OS.
Nokia y Apple también los van a añadir a sus próximos modelos. Está claro que esta vez no nos libramos, y que dentro de cinco o diez años nadie llevará monedas o billetes en la cartera. Probablemente nadie lleve cartera.
Los gobiernos del mundo deben estar muy contentos. En el momento en que todos los pagos sean electrónicos y con el progreso en la capacidad informática, podrán contabilizar todas y cada una de nuestras transacciones, con lo que la privacidad se habrá terminado de perder por completo. La ventaja es que no habrá evasión fiscal en absoluto y la desventaja es que los gobiernos controlarán absolutamente todos los aspectos de nuestra vida. Eso unido a la enorme capacidad de manipulación que les dan los medios de comunicación modernos, hará que los gobiernos (o las multinacionales, quien sea que se haga con el poder al final) controlarán de una forma absoluta nuestras vidas. Algo que es nuevo en la historia de la humanidad, y que a ver en qué acaba.
Por ejemplo, a mí me llama mucho la atención el hecho de que el gobierno de los USA (en connivencia con Europa y China) pueda salirse con la suya y manipular su moneda de una forma tan salvaje. La única razón que para mí explica que les esté saliendo bien es que ya no queda ningún mercado sin manipular. Las señales económicas sobre eficiencia y productividad se han perdido porque el sector estatal se ha inflado con las políticas keynesianas y cada vez más, el único valor económico de las cosas es el que dictan las leyes a través de subvenciones, multas, regulaciones e intervención directa por parte del gobierno. El caso de la vivienda es clarísimo. El precio de la vivienda está marcado por cuánto dinero está dispuesto a prestar un banco (nadie compra ya al contado) y esto está marcado por cuánto débito decide generar el gobierno a través de su política monetaria y de cuánto suelo y a qué precio deciden recalificar los ayuntamientos a través de su (corrupta) política de urbanismo. En realidad cuánto cueste construir una vivienda o cuánta oferta y demanda hay es una parte minúscula del precio.
Si salimos de esta crisis saldremos a una economía nueva, mucho más dirigida centralmente que las economías de los partidos socialistas soviéticos. Aunque los medios utilizados para dirigir la economía serán mucho más sutiles y efectivos que los medios brutales utilizados en Rusia. Pero el hecho será el mismo. Pasaremos de un mercado libre a una economía totalmente planificada. Esperemos que los nuevos planificadores sepan lo que hacen, porque no habrá otro bloque con el que compararnos. Al menos los rusos tenían eso.
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